“Cuando nos meten un gol, es el caos”. La frase es de Sergio Busquets después del partido contra el Inter. Al capitán ya le habían ‘pillado’ las cámaras el pasado domingo ante el Celta. “¿A qué jugamos?”, les decía a sus compañeros desesperado desde su posición en el centro del campo cuando ya no sabía cómo achicar agua. Porque el Barça, como pasa frecuentemente desde hace meses, y especialmente en Europa (la eliminación ante el Eintracht, el partido de Milán…), volvió a ser un equipo roto, absolutamente desvertebrado desde que el Inter consiguió el 1-1. Eso, por ser benévolos, porque ya en la primera parte los interistas habían encontrado una autopista por el carril que defendía Marcos ante Dumfries.
Y en medio de ese “caos” del que habla Busquets está Xavi, que ha pasado del “no nos da” de la temporada pasada a señalar públicamente “errores individuales” de sus jugadores, y hasta a expresar dudas de algunos de sus protegidos (“es verdad que Ousmane no elige bien”), tal vez fruto de los nervios al ver una situación que en Europa no ha sido capaz de controlar.
El Barça no sólo necesita un equipo con más personalidad. También con mucho más poso en el campo. Un equipo que sepa capaz de manejar los tiempos y lo que más interesa en cada momento del partido. En ocasiones, los jugadores parecen obedecer a un plan que siempre es el mismo y no se modula en función a lo que está ocurriendo cada minuto. El segundo tiempo ante el Inter resultó un sinsentido. Y aunque Xavi habló de crueldad, el resultado pudo ser bastante más duro de los azulgrana.
Joan Laporta está “en guardia”, explicaba el periodista Xavi Torres en TV3. Quiere que Xavi empiece a sacarle rendimiento a la plantilla. Y rápido. El técnico de Terrassa tiene trabajo. Él y sus ayudantes, que están en segundo plano, pero que también carecen de experiencia en el fútbol de élite. Óscar Hernández, hermano de Xavi, apenas ha entrenado en la academia Aspire, a la que se fue cuando Xavi se fue a Qatar; y al Al Sadd como ayudante. Para Sergio Alegre también es la primera experiencia en el fútbol en la élite. Apenas dirigió en el fútbol base del Barcelona y el Terrassa, y tuvo una pequeñísima experiencia ne el Rubí. Luego, fue ayudante en las selecciones sub-23 y absoluta de Qatar. Se trata, pues, de un núcleo de ayudantes muy cercanos a Xavi, pero de un entorno casi familiar.
La falta de madurez, en la plantilla y en el banquillo, puede que sea una de las razones que puedan explicar el “caos” del que habla Sergio Busquets. Xavi, además, no puede quejarse de efectivos. “El año pasado no nos daba; este año creo que sí y por eso da más rabia”, confesó el miércoles en rueda de prensa. Él mismo había confesado que Laporta le había puesto un “plantillón” en las manos. En la planta noble del club, algunos miembros de la directiva lamentaron el planteamiento temerario del entrenador y la poca cintura de los técnicos para ponerle el cebo al Inter en el inicio de la segunda parte para poder, de esa manera, matarlo al espacio con la velocidad de los extremos.