A sus 47 años, Salva Ballesta irradia futbol por todos los poros de su cuerpo moreno. Con su pasado como futbolista bien presente (1993-2009), ahora está empeñado en hacer carrera en los banquillos donde la competencia es suprema y las dificultades puertos de primera categoría.
-Ante un Valencia-Atlético, dos de los clubes más importantes de su carrera, ¿qué se le viene a la cabeza?
-Recuerdos. Llegué al Atleti en Segunda. Venía del Racing e incluso esperamos la llegada de un emisario del Milan, que me quería fichar y luego no llegó. Había acordado con el Atlético dos meses y medio antes de finalizar la temporada y no podíamos ni pensar en el descenso que se produjo. Cuando se bajó, Gil padre me llamó pensando que me iba a echar atrás y no iba a cumplir mi compromiso. Le dije: “Todavía no he llegado y ya me está echando”. Y él me dijo qué cojones tienes. Mi palabra estaba por encima de cualquier situación. Con el equipazo que teníamos la idea era estar solo un año en Segunda y luego cumplir los cinco siguientes en Primera, que es lo que había firmado, pero nos dimos cuenta tarde de que el escudo solo no ganaba partidos. Y así no fuimos a ningún sitio.
-El Atlético no sube y le llama el Valencia.
-Me llama Jesús padre y me dice que hay que aliviar costes. Yo quería seguir, pero Luis Aragonés me cuenta la verdadera situación. También me quería el Deportivo. Pasé de ser máximo goleador del Racing y del Atleti a campeón de Liga en el Valencia. No nos lo podíamos ni imaginar. Benítez se salvó en el campo del Espanyol, creo que hasta tenía un relevo preparado. Éramos una plantilla de nota 7,50/8,00, no nos podíamos comparar con el Real Madrid o el Barcelona, que eran de 9 o 10, pero llegó un momento en el que el entrenador nos convenció de que podíamos ser campeones y lo fuimos.
-Y le llegó, incluso, la oportunidad de jugar la Premier…
-Sí, fiché por el Bolton, pero según llegué a la concentración del equipo en Qatar, le dio un infarto a mi madre y volví a casa. Por desgracia, Sam Allardyce, el entrenador, también tuvo un problema de salud con su madre y me convenció de que me preocupara de lo realmente importante. Me entrenaba poco y jugaba menos. Iván Campo me ayudó mucho en esos momentos. Solo marqué un gol y fue a Ricardo, que era titular en el Manchester United. Siempre me lo echa en cara.
-Creció en el Sevilla, pasó por el Racing, el propio Atlético, el Valencia, el Málaga, hasta el Albacete… ¿por qué se hizo tan del Atleti?
-Estuve después una segunda temporada, la 2004-05… Es muy fácil de explicar. Todo eso que se hace de besar el escudo, de decir que se quieren los colores, es verdad, puede ser, pero todos los profesionales estamos donde nos llaman. El primer año en el Atleti tuve una relación humana importante con los trabajadores del club que trascendía al propio vestuario. Era feliz entre ellos. Era mi familia. Y luego estaba Jesús Gil padre. Para mí lo era todo. Él sabía que le había dicho dos veces que no a Lendoiro porque le había dicho que sí a él… y me adoraba. Era mi casa. De ahí viene el cariño. Es verdad que soy del Atleti, pero no reniego de ninguno de los otros clubes en los que jugué, de ninguno. Cometí un error de niñato. Todos pecamos cuando somos jóvenes. El Salva que ahora tiene tres niños y 47 años no tiene nada que ver con el de entonces. Es más, si empezara ahora, no haría muchas de las cosas que hice y me impidieron, por ejemplo, seguir en el Valencia.
-¿Qué le pasó con Benítez?
-Me creía que era El Cid… Veía situaciones injustas con compañeros y saltaba a defenderlos. Cuando el técnico puteó a Juan Sol, el delegado, por un caso de alineación indebida, pensaba que el máximo responsable de esa situación es siempre el entrenador, independientemente de que el delegado deba estar atento. No me callé. Yo entonces no me callaba nunca…
-Pasemos al presente, un Valencia-Atlético en el horizonte.
-El Valencia ha variado con el cambio de entrenador. Gattuso tiene una forma distinta de ver el fútbol que Bordalás, más asociativa, pero tienen una actitud parecida, son dos tíos muy intensos, que viven los partidos de manera efusiva y que cuando hablan, dicen verdades como puños. Además, están llegando a Mestalla jugadores interesantes y otros que pueden llegar, como Cavani. Creo que la plantilla es mejor y como equipo tiene unas señas de identidad, alterna querer tener el balón con apretar en determinados momentos. Es un equipo diferente al Atlético pero con una idea parecida en cuanto a intensidad y también con una rigidez táctica. Están bien trabajados y llevan su idea a la máxima expresión.
-Futbolísticamente, usted, como entrenador, está más cerca de Gattuso que de Bordalás.
-Sí, también prefiero el fútbol más asociativo, iniciar desde atrás, pero tampoco soy tonto y de vez en cuando si te presionan y no te dejan salir, jugar en largo es lo más fácil y lo que pide la situación para salir del paso. Respeto las ideas de Bordalás porque muere con su fútbol y no es un tío que se amedrante ante situaciones comprometidas ya sean deportivas o extradeportivas, luego se puede estar equivocado o no.
-¿Y de su Atlético qué dice? En sus colaboraciones en Onda Cero a veces se le escucha exigente con Simeone.
-Parto de la base de que todos los atléticos le debemos la vida deportiva a Simeone, ha sido quien ha transformado al Atlético de ser un equipo aspirante a ser un equipo candidato a todo lo que juega. Esta temporada tampoco veo que pueda estar por debajo del Real Madrid o Barcelona y añado al Villarreal que puede ser el escondido, el tapado de la Liga, como demostró en el Metropolitano, pero…
-Pero qué…
-A muchos atléticos nos desilusiona que haya partidos, que con el potencial de plantilla que se tiene y el once inicial que se tiene, el equipo no vaya hacia delante. Da la sensación de que quiere ir a por el partido, sí. Que es un equipo que siempre tiene el mismo patrón de juego, sí. Que cuando las cosas van mal es cuando más tira para adelante, sí. Pero creo que tenemos un equipo para llevar mucho más el control de juego mediante el balón y con mucha más capacidad de contactar con los hombres de ataque y tener muchas más posibilidades. De lo que no tengo duda tampoco es que quién mejor conoce a ese equipo es el Cholo, pero mi idea, es solo una opinión y viendo los resultados puede que ni tenga razón, es que es un equipo con mucha calidad para tener un juego tan previsible…
-Lo que más le molesta es el paso atrás cuando marca un gol…
-Correcto. Pero no soy anticholista, todo lo contrario. Lo único es que me gusta más otro tipo de juego, un juego tipo Emery, que a nivel defensivo está muy bien estructurado, repliega muy rápido, con mucho orden y a nivel ofensivo también aprovecha los jugadores que tiene. Cuanto mejor equipo tiene mejor juega. La gente me pregunta cómo quieres ser tú de entrenador y yo contesto cómo me gusta el fútbol. Depende de los jugadores que me des. Si me das once ‘Salvas Ballestas’ no me voy a poner a tocar el balón. Jugaré a la segunda jugada, centros al área y que se reviente ahí. Ahora dame la plantilla del Atlético sobre todo del centro de campo hacia adelante…¿qué voy a jugar, a segunda jugada? No. Prefiero jugar de otra forma.
-A pesar de las dos pequeñas desilusiones sufridas en el banquillo continúa convencido de que ese es su futuro.
-La mayor mentira que he escuchado en mi vida es cuando se habla de la experiencia del entrenador. Si la experiencia garantizara éxitos, todo el mundo firmaría entrenadores con 20 años de experiencia. Pero no, se ha demostrado que hay equipos que tienen buenos resultados con técnicos jóvenes. Todos los entrenadores se saben la tarea, todos planifican buenos entrenamientos. El quid está en la gestión del grupo; en el liderazgo; en las tomas de decisiones y, sobre todo, en que tus jugadores crean en tus ideas, las sigan, cómo transmitas tú el día a día. Que ellos vean que lo que les dices es lo que te va a hacer ganar al rival y si encima ganas sales más reforzado. Lo demás, si tienes 20 años en Primera o un minuto en Primera, es una parafernalia. Es lo que se guardan los directores deportivos para asegurarse que si les sale bien puedan decir que han fichado a un tío que tiene 400 partidos… Te va a dar igual los partidos que lleves. Si en los dos primeros partidos te meten tres, te va a dar lo mismo, te van a echar igual. Un futbolista piensa en él. Un entrenador tiene que pensar en 25 tíos, intentar entrar en su cabeza.
-¿Cómo le gustaría a Salva que fueran sus equipos?
-Al jugador le pido sobre todo que entienda a lo que se juega y tenga un orden claro en el campo. Tal y como está el fútbol hoy, un equipo tácticamente mediocre, pero físicamente muy bueno, te hace cosas. Pero al revés, lo pasa mal. Quiero que mis equipos sean guerreros pero que jueguen, o lo intenten al menos. No soy de los que encorcheta al jugador, me gusta que sepa ocupar los espacios y que sepa manejar distintas posiciones en el campo. No sistemas. Quiero jugadores inteligentes para poder sacar eso que llevan dentro. Y, por último, quiero un equipo alegre. Como entrenador me dedico mucho al factor humano del jugador. El rendimiento de una persona feliz es muy superior al de otra persona que no lo es.
-Vamos que nadie le quita la ilusión de ser entrenador… y espera otra oportunidad.
-¿A mí? Le voy a decir una cosa. Yo soy un pedazo entrenador, pero no porque lo diga yo, sino porque me lo dicen mis jugadores. Hablen con ellos, hasta con el que menos ha jugado conmigo. El entrenador que se cree superior al jugador está muerto, claramente. El jugador es lo más importante que hay en un equipo. Yo les escucho, les pregunto… Cuando hay que currar, hay que currar, pero se pueden consensuar todas las cosas y lo que no puedes hacer nunca es mentir al futbolista.