Del cielo al infierno. Ese es el viaje que ha protagonizado Benzema en sólo unos meses en los que ha pasado de ser el héroe del Real Madrid ganador del doblete (Liga y Champions), y por ello de levantar el Balón de Oro a los 34 años, a sufrir uno de los mayores reveses de su carrera deportiva: quedarse sin el que bien podía haber sido el último Mundial de su carrera por una lesión. El staff del Madrid ya se ha puesto en guardia para arropar a su estrella. El contacto con Benzema es permanente desde que las pruebas que se le realizaron al jugador en la clínica Aspetar de Doha determinaran que sufre una lesión en el cuádriceps de la pierna izquierda que le mantendrá tres meses de baja. El jugador volvió a Madrid en un vuelo privado en la mañana del domingo y ya mastica en casa el infortunio.
Ancelotti ha hablado vía telefónica con el jugador para conocer de primera mano su estado de ánimo y le ha comunicado que ahora lo más importante es que descanse y se recomponga mentalmente. No hay todavía fecha indicada para su regreso al trabajo. Los no mundialistas deben estar a las órdenes del técnico italiano el 1 de diciembre. Benzema es un caso especial. Después de lo sucedido el francés está ante una gran prueba de fuego para él. El Madrid necesita al mejor Benzema para lo que queda de temporada, con cinco títulos aún en juego (Liga, Champions, Supercopa de España, Mundialito y Copa) y el sextete abierto.
A nivel de club hay otro tema pendiente con Benzema y es el de su renovación. Por parte de la entidad no habrá ningún problema para que Benzema siga un año más, al menos, vistiendo la camiseta del Madrid. Al contrario de lo que sucedió con Modric, no hay cláusula alguna en su actual contrato que le asegure un año más por el hecho de haber ganado el Balón de Oro y debe negociar. En el club se entiende que esta racha de lesiones es sólo cuestión de mala suerte y que el mejor Benzema debe durar aún varias temporadas.
Un vía crucis desde septiembre.
Pero lo cierto es que Benzema ha vivido un auténtico calvario desde que cayera lesionado en el partido de Champions ante el Celtic el pasado 6 de septiembre. Se retiró del campo echándose la mano a la parte de atrás de la rodilla derecha. El parte médico oficial reveló que había una lesión en el músculo semitendinoso, uno de los tres que componen los isquitibiales, y que además había una sobrecarga en el cuádriceps de la misma pierna, la derecha.
Desde esa fecha Benzema ha dejado de jugar con el Madrid nueve partidos de los 15 siguientes que disputó el equipo. Disputó los 90 minutos ante Osasuna y Shakhtar para luego descansar ante el Getafe. Disputó otros tres partidos (Varsovia, Clásico y Elche) y volvió a desaparecer, esta vez para sólo jugar 27 minutos (ante el Celtic en el Bernabéu) en los últimos seis encuentros del equipo blanco antes del parón. Para esta última ausencia hubo otro parte médico oficial emitido el 22 de octubre: “Se le ha detectado fatiga muscular en el cuádriceps de la pierna izquierda”. Exactamente la misma zona en la que se lesionó en la sesión del domingo con Francia.
Benzema sólo ha podido disputar el 50% de los minutos con el Madrid en lo que va de temporada (955 de 1.850), y aunque hay preocupación en el club, aún no han saltado las alarmas puesto que nada ha cambiado en el cuidado extremo que Benzema hace de su cuerpo y su alimentación. El cuerpo médico del club lo achaca, en todo caso, al estrés emocional que Benzema ha podido sufrir sintiéndose en el alambre de cara al Mundial por estas lesiones tan cercanas en el tiempo. Como dijo Karim tras levantar el Balón de Oro, el momento más difícil de su carrera fue cuando quedó apartado de la selección por el caso Valbuena: “Me veía sólo, entrenando en Valdebebas, cuando los demás estaban jugando con sus países”. Este Mundial significaba mucho para él.
Benzema ya se ha perdido 9 partidos de 21 esta temporada con el Madrid. Más que en toda la pasada campaña, en la que no pudo jugar sólo 7 de 53 (marcó 44 goles). En la anterior se perdió 6 de 52 y en la anterior, la 2019-20, sólo uno de 49. Ahora empieza la gran prueba de fuego para el delantero: demostrar que sigue siendo el jugador que lidera el proyecto y que puede serlo, al menos, una temporada más.