Argentina hizo su mejor partido ante Polonia en el Mundial y dejó acciones tan bellas como la del segundo gol, el de Julián Álvarez, el que supuso la sentencia definitiva en el partido y permitió a la Albiceleste respirar más tranquilo en los últimos minutos. La clasificación estaba en el bolsillo. Se logró, de hecho, a base ser fieles a sí mismos, algo que ya había anunciado Scaloni. “Podemos hacer cambios de jugadores, pero la esencia de juego no cambia”, dijo el seleccionador argentino durante el Mundial.
El tanto de Julián Álvarez llegó tras 27 pases, una combinación interminable en la que participaron todos los jugadores de ataque, incluido Messi, que ha conseguido que se juegue a lo que él quiere y Argentina haga suyo el ‘tiqui-taca’. El estilo de España, el que le hizo triunfar en Sudáfrica en 2010, es también el que abanderan los argentinos en Qatar.
La influencia del fútbol español en Scaloni y la presencia de Messi en el equipo invitan a que se juegue con este plan de posesión abusiva de balón y ritmo de pases altísimo. El gol de Julián supone un récord argentino en los Mundiales. En la edición de 2006, Cambiasso anotó contra Serbia después de 26 pases, uno menos de los que se dieron para que marcara esta vez el delantero del Manchester City.
Ante Polonia los argentinos tuvieron un 64,7% de posesión y dieron 862 pases, de los cuales 814 fueron buenos (un 94% de eficacia). Sólo España está en parámetros superiores en cuanto a cantidad y calidad de los pases. No hay duda de que el plan de Argentina pasa por dominar los partidos, no verse superada sin balón, dotar del ritmo que más le conviene y hacer que Messi participe mucho. Si lo consigue, tendrá más cerca el sueño de ser campeón del mundo. Ante Polonia lo logró dejando uno de los goles del torneo, el de Julián Álvarez tras 27 pases.