Si algo ha caracterizado al PSG desde la llegada de Qatar es la mala suerte que ha tenido el equipo en los momentos cumbre de la Champions League. Eliminaciones sorprendentes, descalabros defensivos y, sobre todo, jugadores que cambian radicalmente su forma de jugar por culpa de la presión que se genera en el club han sido varias de las características que podrían definir los más de diez años que lleva QSI en la capital francesa. Una maldición que, curiosamente, ha desaparecido para varios jugadores y entrenadores una vez han abandonado el PSG.
El último en saborear la gloria europea fue Kevin Trapp. El guardameta, señalado en la remontada del Barcelona por 6-1 ante el PSG en 2017, ha encontrado la estabilidad que nunca tuvo en París en el Eintracht. Este miércoles, el alemán se erigió como uno de los héroes del título que lograron los de Oliver Glasner. Realizó una parada milagrosa en el minuto 117 de la prórroga y después le paró un penalti a Ramsey que sería decisivo para el devenir de la final. Trapp apenas pudo asentarse en París e incluso recordó en una entrevista años después que había tenido muchos problemas con Sirigu.
Pero no solo Kevin Trapp ha saboreado la gloria europea tras haber dejado el PSG. Kevin Gameiro ganó la Europa League con el Sevilla, Ibrahimovic hizo lo mismo con el Manchester United y David Luiz con el Chelsea. Los tres vivieron en primera persona las dolorosas eliminaciones europeas de los parisinos durante la última década y encontraron la estabilidad lejos de la capital francesa. Emery, que fue el entrenador del 6-1 ante el Barcelona y que en su segundo año cayó eliminado ante el Real Madrid en octavos, fue otro de los que consiguió alzarse con la Europa League con el Villarreal tras haber salido por la puerta de atrás del PSG.
Respecto a la Champions League, la historia también se repite. Kinglsey Coman se proclamó campeón de la Copa de Europa en 2020 tras haberle marcado el gol de la final a su club formador, el PSG. Thiago Silva, presente en esa final como capitán del conjunto parisino, fichó por el Chelsea para ganar, un año después, la competición que tanto se le había resistido en París. Una maldición que espera revertir el PSG a partir de la próxima temporada, en uno de los años más decisivos del proyecto.