La espantada de Qatar escandaliza al mundo

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La espantada de Qatar escandaliza al mundo

Al descanso del partido inaugural entre Qatar y Ecuador las gradas del estadio Al Bayt se fueron vaciando. Muchos pensaron que se trataba del típico momento de visita en masa a las zonas VIP o a los servicios, pero no. Desde ese momento y hasta el final del partido, los hinchas qataríes fueron abandonando el estadio antes de tiempo en una imagen bochornosa para el Mundial, para el fútbol. La espantada de Qatar ruborizó al mundo. Un país dando la espalda a su torneo a las primeras de cambio, a la primera derrota, al primer contratiempo.

“Un fiasco como apertura. Qatar no tiene nivel para jugar su Mundial y gran parte de su público no volvió en la segunda parte. No recordamos esa indiferencia ni esa mala educación, esa manera de irse dejando a los comensales solos en la mesa, y esa manera de mostrar el planeta que los qataríes tienen otras cosas que hacer”, escribió L’Equipe en un duro editorial.

En Portugal, O Jogo también fue tajante: “El Mundial al borde del desierto ha dado la impresión de ser un milagro en cuanto a organización, infraestructura o transporte, a imagen del propio país. Pero a las primeras de cambio la realidad venció a la ficción”. “El Mundial de Qatar se convierte en una farsa en su primer día: los espectadores dejaron los asientos vacíos en el estadio durante el partido inaugural”, tituló el Daily Mail en Inglaterra.

Poca cultura futbolística

Estas críticas ahondan en el argumento de que colonizar futbolísticamente países con poca tradición es un error de la FIFA. La concesión del Mundial a Qatar ya fue duramente criticada y, 12 años después, una imagen sirvió como mejor reflejo: el partido inaugural terminó con más hinchas ecuatorianos venidos desde 20.000 kilómetros que los propios aficionados locales.

La realidad es que el fútbol tiene poco arraigo en Qatar y ni la FIFA ni el Mundial pueden cambiarlo. Todo el deporte, en general, es poco practicado. Es un país en el que las altísimas temperaturas no invitan a salir a jugar. No hay canchas en la calle, ni en los barrios. Se han construido vanguardistas ciudades deportivas que permanecen constantemente iluminadas… pero también vacías.

El gobierno de Qatar instauró un Día del Deporte para inculcar la afición por la educación física entre los ciudadanos. Es una jornada entera con actividades por toda la ciudad para que puedan practicar algún deporte y les entre el gusanillo. No suele funcionar. Tampoco la gente camina, ni corre. No hay aceras. Es un país diseñado para moverse en coche. Eso, obviamente, fomenta el sobrepeso. Hay mucha gente con problemas de peso.

El fútbol tampoco ha entrado en el corazón de los qataríes, que tienen otros hobbies y otros deportes nacionales: la cetrería y los coches son sus dos pasiones. Ni con el dinero invertido por la QSL, la Qatar Stars League, en fichajes de jugadores y técnicos extranjeros se ha conseguido movilizar el sentimiento por el fútbol. La media de espectadores para los encuentros de la liga qatarí es ínfima. Apenas centenares en cualquier partido corriente, como mucho. Un caldo de cultivo que con un 0-2 al descanso fue letal. La gente se fue. Qatar dejó su Mundial de lado. Un ridículo espantoso.