Shibuya volvió a enloquecer con los Samuráis Azules. La selección de Moriyasu, otra vez con todo en contra, venció a España y se colocó en octavos de final. Ahora Japón está ante su última frontera. Nunca antes ha superado esta ronda, los octavos de final, y era el objetivo con el que viajó hasta Doha el hierático Moriyasu. Un tipo capaz de escuchar una soflama de Nagatomo durante tres minutos sobre el espíritu y el coraje de los samuráis y no levantar ni una ceja. El singular técnico japonés llegó a Qatar poniendo de acuerdo a todos los críticos. Ni gustaba su lista ni el manejo que hacía de sus futbolistas. Dos semanas después tiene a Japón al borde de otra gesta. Si vence a Croacia (sigue el partido en directo en AS.com), subcampeona del mundo, sería haberse llevado por delante a tres de los doce primeros del ranking FIFA. Japón es la 24 del mundo. Pero tendrá a la horma de su zapato enfrente. Si los asiáticos navegan como pocos en los partidos largos y de agonía extrema, Croacia tiene un máster de sufrimiento. El rocoso combinado de Dalic llegó a la final de 2018 después de tres prórrogas. Para ello, Modric ya ha enseñado el camino. A sus 37 años, después de hacerse 11 kilómetros en el duelo contra Bélgica, decidió prescindir del día descanso posterior y, junto a Kramaric, se pusieron a entrenar. Sintomático ante lo que viene. Porque a Croacia apenas se le notan las arrugas. Sin brillar, pero fiable y rocosa llevará el partido a los extremos del esfuerzo, donde suele inclinar los detalles a su favor. El seleccionador balcánico tiene las bajas de Sosa, su mejor centrador, y de Stanisic. Barisic debería entrar en el lateral izquierdo.
Mientras Moriyasu podrá contar de inicio, al fin, con Tomiyasu y con Sakai, pero Kubo no se entrenó ayer. Arrastra problemas físicos y apunta a que no será de la partida. La duda estriba en saber si optará por un dibujo con tres centrales, su mejor baza hasta ahora, o arriesgar con una línea de cuatro que le da menos certezas.