A medio camino entre una partida de póquer, unas fichas de dominó puestas en fila listas para ser empujadas o la simple normalidad de un verano cualquiera de mercado y rumores se sitúa el relato de Raúl de Tomás. El goleador del Espanyol, con contrato hasta 2026 y una cláusula de rescisión de 75 millones de euros, es el epicentro silencioso aunque latente de un seísmo que puede sacudir al conjunto perico de dos maneras: en virtud a su prometedora dupla con Joselu Mato, todavía por estrenarse juntos, o mediante una venta récord en la historia blanquiazul. Y a todas estas, aparece el Bayern de Múnich a modo de animador bomba del mercado.
Sin ofertas formales a día de hoy por De Tomás, lo cierto es que suena esa tonadilla del traspaso como una canción del verano desde que fichó –incluso del invierno, con un Arsenal que preguntó el pasado enero por él–, pero esta vez el volumen ha subido. “Esto es un juego. La gente debe entender que los mercados de fichajes son así, y más si un jugador ha destacado durante el año. A lo mejor al club le interesa hacer caja conmigo, a lo mejor me interesa quedarme, a lo mejor me interesa irme…”, respondía el pasado 1 de junio en RAC1 a la pregunta del millón sobre su futuro. Una obviedad, balones fuera o toda una declaración de intenciones.
Esa cara de póquer la emulan Mao Ye, CEO del Espanyol, y Domingo Catoira, director deportivo, en cada una de sus comparecencias, en las que Raúl de Tomás es omnipresente. Se remiten a la cláusula, como un resorte, a sabiendas de que cualquier club –y más el perico, que sin más inversión por parte de su propietario, Chen Yansheng, está abocado a autoabastecerse a través de ventas– entraría a negociar o cuando menos valorar por una cantidad sensiblemente inferior a esos 75 millones.
El “juego” al que aludía RdT es precisamente ese. Y reúne un sinfín de condicionantes, ya que abonó el Espanyol 22,5 millones por su compra al Benfica, que a su vez se quedaría con el 20 por ciento de una futura plusvalía. Y su ficha, por supuesto, la más elevada de la plantilla. A efectos prácticos, muy pocos clubes tienen opciones reales de licitar por él. Naturalmente, la todopoderosa Premier League. Y los grandes de Europa, como el mencionado Bayern, que además ingresa oficialmente 50 millones del Barcelona por Robert Lewandowski. Y en España, probablemente solo Real Madrid, Atlético y Sevilla… Que ya lo tanteó en enero de 2020, cuando finalmente recaló en el Espanyol.
Pero ni con esas. El futuro de Raúl de Tomás no solo depende de esa oferta que puede llegar, a la que un club interesado en él materialice una venta descomunal, en las cinco semanas y media restantes de mercado. Igual o más importante es la voluntad del jugador, que se ha erigido en goleador indiscutible del Espanyol en los dos últimos años y medio, que ha encontrado su sitio tras vagar en su fallida aventura portuguesa, que siente el reconocimiento interno, en la afición, y externo, puesto que gracias a su desempeño como blanquiazul ha alcanzado la internacionalidad con España y aspira a ir a la Copa del Mundo. Ni cuatro meses quedan para Qatar. Un dato que puede ser determinante.
Un inmenso interrogante rodea ahora mismo a De Tomás, incluso en el día a día. El 14 de julio, diez días más tarde que el grueso del grupo, se incorporó a la disciplina perica, con permiso tras haber sido convocado por la Roja en junio, para la UEFA Nations League, hasta que el 9 de junio tuvo que iniciar prematuramente las vacaciones por un problema respiratorio.
Se ha entrenado hasta la fecha con los que menos ritmo llevan y con los descartes –Nany Dimata, Aleix Vidal y Matías Vargas– y, sin embargo, el domingo era anunciado por el Espanyol como convocado para el amistoso ante el Lille (2-0). Pero ni jugó, ni se le vio por el banquillo o calentando con los suplentes. Un enigma. A estas alturas, la pasada pretemporada, llevaba ya un par de partidos en las piernas, contra Las Palmas y Rayo Vallecano, su ex equipo.
“Lo veo como todos. Tenemos que estar bien, pertenecemos al Espanyol, somos un equipo”, había respondido escuetamente sobre el delantero, el pasado miércoles en ‘Tiempo de Espanyol’, su nuevo entrenador, Diego Martínez, con quien ha hablado privadamente pero que en público es poco amigo de ensalzar nombres propios. Salvo Sergi Darder, puntualmente. Algo más empático fue el guiño de Joselu en su presentación: “Si Raúl y yo nos juntamos, el problema lo tendrán los rivales”. Y en medio del ariete de origen alemán y el técnico, otro debate: el de si encajará RdT en la presión alta que ejerce el nuevo Espanyol.
¿Se quedará Raúl de Tomás? “Eso no lo puede garantizar nadie”, manifestó Mao, el 9 de mayo, en Esport3, en la frase que seguramente mejor resuma la situación del máximo goleador del Espanyol desde enero de 2020, autor de 45 dianas en 89 partidos –a un vertiginoso ritmo de una cada 161 minutos–, y por ello jugador franquicia. Con todas las consecuencias. Las conclusiones las ofreció el propio RdT, en su entrevista con AS de hace nueve meses: “No sé lo que deparará el futuro, lo único que puedo decir es que me lo voy a dejar todo por el Espanyol. Soy del Espanyol ya y siempre lo seré, ya hasta que me muera”.