¡Empastes metálicos fuera! ¿Moda o Salud?
Guerra al mercurio. Si te miras la boca frente a un espejo y ves unos viejos empastes metálicos sobre tus dientes… deberías de empezar a pensar en cambiarlos por unos blancos de resina o cerámica. El motivo: no es estético; es tu por salud. En este post te contamos todo lo que debes saber sobre este tema.
Toxicidades, fuera de la boca
Hace muchos años llevar un dentadura metálica y brillante, era señal de “poderío”. Hoy, esos metales grises en la boca, muchas veces ennegrecidos, son síntoma de dejadez y una alerta a la salud. ¿Qué ha cambiado? Que en aquella época no se sabía que el mercurio con el que se fabricaban los empastes era verdaderamente tóxico. Además, con el tiempo se ha visto que los metales acaban cediendo, por el trabajo al que se ven sometidos los dientes, y se convierten en nidos de bacterias.
Según la Asociación Internacional de Toxicidad por Mercurio, las amalgamas de plata están compuestas aproximadamente por un 50% de mercurio. ¡Una bomba!
¿Y cómo actúa el mercurio?
Mirado a través de un termómetro, el mercurio parece inofensivo pero, a medida que se van machacando los empastes sobre nuestra dentadura, este material plateado desprende unos vapores que nuestro organismo va inhalando lentamente desde la boca. Según la Organización Mundial de la Salud, el mercurio “puede causar efectos nocivos al sistema nervioso, digestivo, respiratorio, inmune y a los riñones, además de causar daño a los pulmones”.
Explicándonos, que es gerundio…
Se calcula que un 80% de esos vapores de mercurio son absorbidos por los pulmones, donde permanecen. También se pueden acumular en otros órganos como el cerebro, riñones, hígado y tracto intestinal. Los efectos pueden diferir de un individuo a otro, dependiendo también de su salud general, género, predisposición genética, presencia de placa dental, consumición de alcohol, leche, etc. Y no se pueden concretar los daños concretamente, porque tardan años en manifestarse.
No es moda, es prevención
Por eso los dentistas más proactivos, alertados por los últimos descubrimientos, están llevando a cabo campañas para eliminar los empastes metálicos por modernos empastes/rellenos (fillings), de alta resistencia, creados con resinas muy duras que durarán años, sin darnos problemas en la boca. Aunque algunas personas lo vean como algo que mejora la estética de la boca, fundamentalmente debes de pensar en la prevención que supone.
Otras ventajas…
Además, los dentistas han visto que con el tiempo, los empastes de metal han ido perdiendo partículas, oxidándose y abriéndose, creando espacios perfectos para que las bacterias se asienten encantadas a hacer su trabajo. Lo que parecía que era un material aliado, con el paso de los años se va convirtiendo en “el enemigo en casa”.
Los nuevos empastes son blancos y el color se adapta al del resto de los dientes, por lo que, además, estéticamente dejarás de ver esas piezas grises/negras al final de la boca.
¿Qué deberías hacer?
Los dentistas nos recomiendan ir cambiando esas piezas. Tú sólo tendrás que abrir la boca, pero el protocolo en la consulta es un poquito más complejo. Los expertos internacionales lo crearon en 2016 para estos casos y lo llamaron la técnica SMART. Como en las películas de marcianos, cuando los expertos de la NASA aislaban toda una casa con plásticos para evitar “contaminación marciana”, algo similar te harán en la boca, para que el mercurio que extraigan de tu viejo empaste, no sea inhalado por tu cuerpo contaminándolo.
En manos de los profesionales adecuados, no tendrás que temer nada. El protocolo está creado para evitar cualquier fuga e inhalación y todos los pasos son siempre realizados con la máxima precisión: guantes, gafas, ventilación en la sala, aspiración ultra rápida, mascarillas, eyectores de saliva…
Realmente son unas medidas de máxima protección que demuestran que lo que llevamos dentro de nuestros viejos empastes, no es tan inofensivo como nos parece.
¿Qué tal si le preguntas a tu dentista cuántos empastes metálicos tienes en la boca?
