Abril de 2018. “El árbitro tiene un cubo de basura en lugar del corazón”. Gianluigi Buffon, fuera de sí, no se explicaba lo que acaba de ocurrir. “Si tienes el cinismo de conceder un penalti así en el minuto 93 no eres un hombre, eres un animal. El colegiado estaba sobrepasado y encima me saca la roja”, decía el mítico portero italiano tras sufrir la primera expulsión en su carrera en la Liga de Campeones. La pena máxima en cuestión, un derribo de Benatia a Lucas Vázquez en el descuento de la vuelta de cuartos de final de la máxima competición continental. El Madrid aplastó a la Juve en Turín en la ida (0-3), pero los bianconeri trituraron a los blancos en el Bernabéu e igualaron la eliminatoria. Michael Oliver señaló los 11 metros, Buffon entró en colera. “Vai a cagare”, le espetó. La imagen del capitán de la Vecchia Signora gritando a la cara del árbitro inglés, escoltado por Chiellini y Matuidi, dio la vuelta al planeta fútbol. Tras la trifulca, Cristiano Ronaldo agarró el esférico y lo mandó a la red desde el punto fatídico. Mes y medio después, llegaría la Decimotercera en Kiev.
No solo Buffon perdió los papeles esa noche. Según reportó la BBC, la policía investigó mensajes amenazantes a Lucy, esposa del colegiado y también árbitra, y atendió la denuncia de algunas personas golpeando con fuerza la puerta de la casa que la pareja compartía, al tiempo que les proferían insultos a través del buzón. Esa fue la primera ocasión en que Michael Oliver dirigía al Real Madrid. La siguiente, este miércoles 10 a partir de las 21:00 horas en Helsinki, puesto que este ha sido designado por la UEFA para conducir la Supercopa de Europa entre los blancos y el Eintracht. Stuart Burt y Simon Bennett (también ingleses) serán sus asistentes, con Rumšas Donatas (Lituania) como cuarto árbitro y Tomasz Kwiatkowski (Polonia), Bartosz Frankowkski (Polonia) y Tiago Bruno Lopes Martins (Portugal) en el VAR. Un equipo arbitral que tratará de llevar el encuentro por derroteros alejados de la polémica y que contará con un aliado, el fuera de juego automático que se probará en la Supercopa de cara al Mundial.
‘Niño prodigio’ del arbitraje
Oliver, nacido en Ashington hace 37 años, es un trencilla de sobrada experiencia, internacional desde 2012 y con una actuación destacada en la última Eurocopa, donde dirigió tres encuentros: los cuartos entre Suiza y España que acabaron con victoria de La Roja en penaltis entre ellos. Su padre Clive le inyectó el gusanillo del arbitraje cuando apenas tenía 14 años y así se entiende que fuera una especie de niño prodigio del silbato. Entre sus logros, ser el colegiado más joven en arbitrar en Wembley, en ser cuarto árbitro en la Premier y cuando estaba a un paso de ser el más precoz en dirigir un encuentro en la Premier, se llevó un revés. El Fulham-Porstmouth de enero de 2010 era suyo, pero una lesión de tobillo le dejó fuera. Sin embargo, poco después sí que lograría la hazaña en un Birmingham-Blackburn Rovers, batiendo, con 25 años y 182 días, la marca que ostentaba Stuart Attwell.
A partir de ahí se asentó como uno de los árbitros más reconocidos del fútbol británico, dirigiendo varias finales domésticas: la FA Cup de 2014 entre Arsena y City, el Liverpool-City de la actual Carabao en 2016, el Chelsea-United que decidió el campeón de la FA Cup en 2018 y la más reciente, el Chelsea-Leicester que dirimió quién alzaba la FA Cup de 2021. Todo ello trufado con apariciones recurrentes en la Champions u otros torneos a nivel de selecciones, como el Mundial Sub-20 de 2019. Su labor ha convencido a la FIFA, que le incluyó en mayo entre los colegiados elegidos para estar en Qatar. Una trayectoria dilatada, pero seguro que ha vivido pocos momentos más tensos que ese cara a cara con Buffon de 2018. El Madrid vuelve a cruzarse en su camino.