Carlos Corberán (Valencia, 1983) es un entrenador español que hace unos meses estuvo a un partido de ascender a la Premier con el modesto Huddersfield. Esta temporada fichó por el Olympiakos griego aunque apenas pudo tener a sus órdenes a los Marcelo, James, Bakambú y compañía porque le destituyeron a los dos meses de llegar. Desde hace unas semanas es el entrenador jefe del West Bromwich Albion, sustituyendo al mítico jugador del United Steve Bruce. Ya le ha sacado de la UVI en la Championship en apenas cuatro partidos y espera seguir escalando puerstos después del Mundial. Esta semana ha estado concentrado en Oliva con su equipo y ha atendido a AS.
Corberán tiene un nombre en Inglaterra aunque es más desconocido para el público español. Muy joven empezó a trabajar en el Villarreal, llegando incluso a estar en el staff del primer equipo con Juan Carlos Garrido. Después de entrenar en Arabia Saudí y Chipre, Iván Bravo y Víctor Orta le reclutan para el Leeds sub-23, al que hace campeón. En Leeds, conoció a uno de sus mentores, Marcelo Bielsa, con quien trabajó mano a mano y parte de su estilo futbolístico lo aprendió de él. Admirador del fútbol de Lillo y Guardiola, admite que el juego de la Selección ante Costa Rica fue su “partido perfecto”.
-¿Cómo fueron sus orígenes en el Villarreal?
-Al acabar la licenciatura, entro en el Villarreal C de preparador físico y de asistente. -Después de tres años y medio, tras pasar por el B, en el primer equipo cesan a Valverde e incorporan a Garrido. Entonces entré a formar parte de su staff en el primer equipo.
-Y a partir de ahí empieza una carrera de trotamundos…
-Salgo por la búsqueda del conocimiento. Yo tenía mucha relación con Juanma Lillo y surge la posibilidad de ir a trabajar con el que fue su segundo para dar un paso en la vertiente ofensiva del juego.
-¿Cómo llega a Inglaterra?
-Yo siempre había querido ser primer entrenador. Y estando en Chipre surge un proyecto en el Leeds ya que le habían dado la gestión deportiva a Iván Bravo, que también gestiona la selección qatarí y el Mundial de Qatar. Él mete al director deportivo, Víctor Orta, y busca un entrenador español para instaurar un sistema de juego diferente al que se veía en las academias. Me llamó a mí y aposté por este proyecto a medio-largo plazo. Allí ganamos la liga sub-23. Y entonces llega Marcelo Bielsa y conseguimos que varios jugadores subieran al primer equipo.
-Ahí empieza la relación con Bielsa…
-Me incorporan al primer equipo. Dos años junto a él es aprender cada día. Es pura pasión en todo lo que hace y eso desequilibra un poco hacia ese lado. En España somos de fútbol asociativo. El juego de Bielsa es de mucho más de ataque, de mucha profundidad, de tener el balón busacando la progresión. Hay conductas agresivas ofensivas que te permiten romper las líneas. En defensa, en España somos de defensa zonal. Allí, aprendí a desarrollar ciertas conductas que son incómodas a nivel defensivo. Y a nivel de entrenamiento, aquí somos más de entrenamientos jugados. Marcelo tiene una parte más analítica que busca determinadas conductas. Es una persona muy innovadora que sólo te puede enriquecer.
-Y cuando sale de Leeds, llega al Huddersfield y le mete en la final de Wembley (Championship)…
-A mí me plantean empezar en un año de transición. Y quise empezarlo. Sabíamos que era un año difícil pero en el segundo año, el fruto del trabajo llegó y tuvimos un resultado muy positivo. Jugamos la final del playoff y desafortunadamente no logramos ascender a la Premier. Y ahí decido que el proyecto no va a cumplir la necesidad de crecer y decido apartarme a pesar de tener dos años más.
-¿Cómo fue su periplo en el Olympiakos de este verano?
-Por la grandeza de ese club decidí volcarme en esa experiencia, más allá de estudiar la situación. Fue apasionante pero efímera. Hubo un periodo en que llegaban muchos jugadores, se marchaban otros… y no logramos hacer la base para desarrollar la idea de juego. En la primera parte de estas semanas fue buena porque el objetivo era clasificar al equipo para Europa League, en dos previas. Lo hicimos pero cuando empezamos creo que el equipo no estaba preparado para la Europa League.
-¿Cómo se define como entrenador?
-Los entrenadores tenemos pasión por lo que hacemos. Me gusta que mi equipo juegue bien, compita bien, domine todas las situaciones del juego. Tener una identidad muy clara y que el equipo sea reconocible, tener consistencia y ser dominador. Mi partido perfecto sería estar 90 minutos en campo contrario, sometiendo al rival, creando ocasiones y tratando de impedir que el rival cruce el centro del campo. Esto se da muy poquitas veces. El partido España-Costa Rica fue un ejemplo. Fue un disfrute ver a España ese día. Hay que saber que los rivales son variopintos pero hay que tener una identidad. El trato por el balón es importante, el jugador tiene que saber lo que tiene que hacer con el balón, dándole herramientas, y también cuando no lo tiene.
-¿Y todo eso cómo se adapta a la plantilla que te dan?
-Una persona no tiene que ser cerrada con un sistema o una forma. Hay que analizar las plantillas antes de decidir que aceptas una oferta. Hay que ser selectivo y más después de mis últimas experiencias (Olympiakos). Y luego está en ver de qué forma le sacas rendimiento. Hay que convencer al jugador de que puede ser competitivo y darle herramientas para ello. Por eso nos pagan.
-Dicen que usted es un obsesionado con el fútbol, en el buen sentido de la palabra…
-No hay límite en nuestro trabajo. El límite está en tener la paz de encontrar aquello que buscaba. Hay gente que le encuentra más productivo estar más horas en una ciudad deportiva, otros menos… No hay una receta mágica. A mí no me gusta perder el tiempo. Ver más partidos te inspira, por ejemplo el año pasado el Shaktar de De Zerbi, un equipo muy de autor.
-¿Se ve de vuelta en España?
-El fútbol que tratamos de hacer se ve mucho en España. Pero en la vida no me gusta tener ese tipo de expectativas porque sólo te lleva a frustrarte. Mi sueño es desarrollar y ver el crecimiento en los equipos que trabajamos.
-¿Qué es lo que lleva a los futbolistas a querer jugar en Inglaterra, además del dinero claro?
-Las inquietudes son diferentes. El fútbol británico es especial. A nivel cultural está muy impregnado. Los estadios están llenos. La afición está obligada a ir al campo porque no suelen ser televisados. Es un hábito y un patrón cultural. Hay campos de quinta y sexta división llenos. Hay mucha fidelidad. Y esto llama mucho a los futbolistas.
-¿Cómo ve a la selección inglesa en el Mundial?
-Es una mezcla de jugadores jóvenes con otros con más experiencia. Jugadores de la Premier League, con grandes entrenadores, consagrados, que tienen el hábito de jugar grandes competiciones. Es una de las selecciones candidatas a llegar muy lejos. Pero en un Mundial no hay margen de error. El azar influye. Pero Inglaterra reúne dos cosas: tiene comportamientos colectivos definidos y jugadores capaces de marcar diferencias.
-¿Y España?
-Tiene dos cosas fundamentales: Jugadores buenos jóvenes y comportamientos colectivos muy trabajados. Es un equipo de competición liguera. Tiene mecanismos de trabajo que le permiten funcionar muy bien. Jugadores muy buenos con otros como Busquets, que te pueden cambiar un partido. Tienen mucho futuro por delante.
-¿En qué espejos se ha mirado durante su carrera?
-El Villarreal de Pellegrini con 4-2-2-2,… eran capaces de hacer un buen fútbol… El Barcelona de Guardiola me enamoró. Eran capaces de hacer cada fin de semana lo que vimos que hizo España ante Costa Rica. Era un equipo que te sentía estar a merced de él. Guardiola lo ha hecho en diferentes países. Y luego, la Real Sociedad, el año pasado, el Rayo Vallecano, los equipos de Marcelino, a nivel defensivo…
-¿Sigue de reojo al Valencia?
-Vi partidos de Gattuso de su inicio. Sé de ls atrevido que es y lo pasional que es y esto lo imprime a sus equipos. Es un entrenador muy adecuado para el Valencia actual y que puede ilusionar mucho al valencianismo.
-¿Cómo explica lo que ha pasado en el Villarreal?
-Es una situación complicada. Es bonito ver que los entrenadores podamos definir nuestro futuro (Emery). Pero el hábito es que nosotros dependemos más de los clubes.