Si hay algo por lo que no es conocida Las Vegas, entre sus mil caras de luces, ruletas y brillantina, es por el soccer. Al menos hasta la llegada de este Clásico. El trampolín perfecto para que despegue este deporte en una ciudad que da pasos en pos de una franquicia en la MLS y que ya cuenta, en la segunda liga profesional (la USL), con un equipo (Las Vegas Lights) al frente del cual está curiosamente un tecnico español y con pasado en La Masia culé, para más señas. Se trata de Enrique Durán, que recibe a AS en Los Ángeles (donde se entrena el equipo, porque está asociado con el LAFC ahora de Gareth Bale) para explicar los pormenores de vivir del fútbol en una ciudad tan peculiar como es la capital mundial del juego.
“¿El Clásico? Nada más entrar al Strip lo primero que se ve desde hace un mes son los escudos del Madrid y del Barcelona”, comienza este entrenador que acumula cinco años de experiencia en Estados Unidos. “Las Vegas además de la diversión que todos sabemos quiere ampliar la oferta con deportes, y el fútbol es quizá el eslabón perdido. Con este partido quieren enganchar a la gente para impulsar la candidatura de la ciudad a una franquicia en la MLS”.
Desde hace dos años el deporte profesional al fin se ha atrevido a asentarse en Las Vegas. Las grandes Ligas (NFL, MLB de béisbol, NBA, NHL de hockey hielo y la MLS) miraban con recelo asociar su nombre con la meca del juego, por las apuestas deportivas, y también el peligro de tener residiendo en la ciudad a deportistas profesionales con mucho dinero y mucho tiempo libre. Ahora está el fútbol americano a través de los Raiders y el hockey hielo los Golden Knights. “Pero la preocupación real”, explica Durán. “Para que la gente de haga una idea, nuestros rivales suelen hacer noche cuando juegan fuera, pero con nosotros no, se vuelven tras el partido. Por si acaso al día siguiente la mitad del equipo no llega al aeropuerto…”.
Otro de los hándicaps, que no se encontrarán hoy Madrid y Barcelona en el climatizado Allegiant Stadium, son las temperaturas del desierto de Nevada. Los Lights sí juegan al descubierto. “El calor es horrible, pero los jugadores se acostumbran. Sólo tenemos que tener mucho cuidado con los futbolistas en época de Ramadán. Aunque alguna vez algún partido a las dos de la tarde nos han puesto y se ha pasado mal”.
El fútbol es una cosa muy particular en Las Vegas y Durán lo ve cada partido. “A los aficionados, por la cultura de la ciudad, tienes que ofrecerle más que un partido, un show. Por eso el éxito de este Clásico. Es lo que le faltaba a una ciudad así de especial, el mejor partido del mundo. A nuestros partidos la gente viene al espectáculo y a gastar dinero. Una cerveza puede costar unos 20 dólares y nuestra mascota, que es parecida a Elvis, entra al campo montado en moto…”, narra. El Clásico será todo eso, por lo que parece, pero elevado a la máxima potencia…
Ahora, con Gareth
El destino profesional de Enrique Durán ahora gira ahora en torno a las luces de Las Vegas, pero también, indirectamente, a una nueva estrella: el exmadridista Gareth Bale. La nueva gran cara visible de Los Ángeles Football Club ha revolucionado la entidad. “Tuve la oportunidad de coincidir con él a su llegada a Los Ángeles y se ha mostrado como jugador de equipo, ha venido con una sonrisa siempre en la cara, estamos encantados”. La MLS, con nuevos fichajes como los los del galés, Insigne y Bernardeschi está desterrando el tópico de ser un cementerio de elefantes. “Se está logrando atraerlos en edades que aún pueden aportar mucho de su talento”, explica. “Está existiendo un salto claro de calidad y cada vez se ve que crece el interés incluso en ciudades sin una marcada influencia latina”.
Un crecimiento donde está teniendo un peso importante las inyecciones económicas de los multimillonarios propietarios de las franquicias, a los que se acaba de unir el Inter Miami de David Beckham, con un ecosistema que en cierto modo se asemeja más, precisamente, al de la Superliga por la que están empujando Real Madrid y Barcelona. “Así es, esos propietarios han hecho inversiones muy fuertes pagando veinte, treinta o cincuenta veces más que lo valen otros equipos de ligas profesionales menores aquí y no se concibe que eso se pueda arriesgar, por ejemplo, con un sistema de descensos”, analiza Durán. “La filosofía es generar dinero, hablamos de que un aficionado aquí se gasta de 60 a 100 dólares cada partido en consumir, entradas aparte, mientras que en Europa hemos tardado en entender eso porque ha primado la pasión deportiva, cómo se entiende este juego, ir al partido con tu bocata y si acaso comprar allí una botella de agua… Es otra manera de vivirlo. En EEUU el fútbol es una excusa para pasar la tarde con la familia y tomarse su hot-dog y divertirse. ¡Hay gente que los veo en la grada los primeros cinco minutos y ya no los vuelves a ver más! (risas)”.
¿Un Team USA ganando un Mundial?
Como buen conocedor del semillero en el fútbol base en Estados Unidos y sobre todo su complejo sistema de formación, hay una pregunta obligada y más a las puertas de Qatar 2022. Los rectores del soccer USA llevan intentando dar un salto de gigante que les coloque entre los candidatos a ser campeones del mundo desde aquel masivo empuje que supuso lo Mundial de 1994, pero siguen sin dar con la tecla. ¿Llegará ese momento? “Al menos están empezando a estar en condiciones de poder competir de verdad”. Entre otras cosas, porque parece que ahora, a diferencia del pasado cuando se buscaba promocionar estrellas sobre las que pivotar, como Freddy Adu, que pasó de ser ‘el nuevo Pelé’ en el país a un juguete futbolístico roto, ahora la casa se hace por los cimientos. “Se han mejorado las academias MLS y los salarios de los jóvenes, lo que permite que quieran ser profesionales antes y no tener que ir jugar en la universidad, algo tan típico aquí. Para cuando querían salir, con 22 años, habían perdido mucho tiempo formativo”. Ahora van muy jóvenes a la MLS o incluso a Europa. “Esa exportación de talento es una gran señal, van a poder competir como selección. Pero van a tener que superar el factor de que ellos en la CONCACAF juegan como el Madrid o el Barça porque sólo les aprieta México, pero luego al llegar un Mundial se convierten casi en el estilo de un equipo pequeño. Necesitan una identidad, ser reconocibles en todos los torneos. Tienen que armonizar eso…”.