Objetivo cumplido: Plata se queda. El Real Valladolid ha anunciado el trato con el Sporting de Portugal para hacerse con los servicios del internacional ecuatoriano, culminando una operación con tintes de culebrón por la dureza de las negociaciones con la entidad portuguesa. Conseguido el fichaje, firma hasta 2027, de tal modo que el club se hace con un porcentaje de sus derechos valioso a cambio de una cantidad económica no menos importante, que podría convertirle en el jugador más caro de la historia del club, superando a Shon Weissman.
Con el punto final al traspaso ha prevalecido la intención de Plata de continuar a orillas del Pisuerga, frente a la que tenía el Sporting CP desde el principio, que prefería optar por otra vía que le garantizase una cantidad fija mayor a la que le asegura esta operación. Esas ganas las demostró el jugador cuando se confirmó el ascenso a Primera, al recibir aquellos cánticos de “Plata, quédate”, algo que reconoció en público a este periódico y en privado al mismo Ronaldo. “Quiero quedarme, pero no depende de mí”, dijo. Sin depender de él, puso mucho de su parte.
Así tuvo que ser para que todo encajase; dado el fuerte desembolso que realiza el Real Valladolid, el esfuerzo en el plano económico ha tenido que ser también de todos, renunciando inicialmente el ecuatoriano a cobrar unos emolumentos tan altos como los que podría percibir fundamentalmente en la Premier, donde la insistencia fue constante hasta los últimos días, provocando una demora en las últimas firmas. Como desveló el periodista Chus Rodríguez este pasado jueves, todo estaba listo para rubricar los contratos entonces. Sin embargo, el Sporting pareció titubear.
Aun con la sorpresa provocada por lo sucedido, fuentes cercanas a la operación hablaban de “un día más” en un negocio que se sabía complicado y, pese al ruido, eran optimistas y, cautelosos, confesaban que estaba “encaminado”. Lo estaba antes, de ahí que el jueves se confiaba en que todas las partes fueran a firmar, y lo estaban después, a pesar de que los lusos no se tapaban los oídos cuando oían cantos de sirena. El empeño de jugador y club era el mismo: finiquitar aquello que ya estaba encauzado para que Plata continuase, como va a hacer, como blanquivioleta.
Si la tenacidad ha sido un factor de peso para llevar a cabo una compra que se antojaba tan complicada por la mayor capacidad económica de los competidores, para forjar las intenciones y la posterior entente el Real Valladolid ha requerido de creatividad en la operación, al acometerla sobre un porcentaje del pase -el 70%-, y también en la letra pequeña, en el manejo de los tiempos de pago y de cláusulas sobre el rendimiento individual y global. El esfuerzo económico de partida será de algo más de tres millones en la presente temporada, cifra en aumento a lo largo de los dos próximos años según se concreten objetivos incluidos en el contrato.
Y es que, cabe recordar, la entidad presidida por Ronaldo Nazário dispondrá este curso de un presupuesto cifrado por el máximo mandatario en 55 millones, si bien a efectos de límite salarial la crecida no será tan grande (por razones obvias: hay situaciones de la economía diaria que no entran dentro de este). Además, cabe recordar que en este, en el capítulo de amortizaciones, se contemplan operaciones de temporadas anteriores, así como los salarios de jugadores que todavía pertenecen al club, lo que estrecha cualquier margen. Si este ha sido mayor es, también, porque el club contaba con la connivencia de Plata, por cómo se desarrolló su primer año en Zorrilla, con protagonismo en el verde y con cariño dentro y fuera de él, también hacia su familia y también en los peores momentos.
Después de aportar seis goles y cinco asistencias en 1.888 minutos de juego en Segunda División, a nadie se le escapa que el objetivo más inmediato es que, elevado el nivel competitivo, mantenga sus prestaciones, en clave individual, con visos en primer jugar al Mundial de Catar, que jugará con Ecuador, y a mayor plazo, en lo grupal, pensando en que sea una pieza importante en el retorno a Primera División. En el horizonte, el deseo de todos, incluido el Sporting: que se produzca una revalorización que permita pensar en otras cosas, de momento, lejanas.